miércoles, 25 de noviembre de 2009

aunque duela

Siempre me han dicho que soy una persona poco irascible, que justifico siempre las acciones de los demás tratando de ponerme en el otro lugar. La gente que me conoce me dice que nunca o casi nunca me han visto enfadada, que me trago ese orgullo y que claudico antes de empezar una batalla, que otra gente en mi lugar estaría mucho peor o que simplemente no podrian manejar la situación.
Yo suelo responder que es la vida la que te fuerza a tener ese carácter, que son las circunstancias las que te obligan a cambiar. Es exógeno, uno no nace con una paciencia infinita pero esas mismas circunstancias son las que te forjan a tenerla.
La vida de una persona ( incluida la mia de 23 años) es resultado de una evolución: o te adaptas al medio o mueres en el intento. No es más que adaptarse al entorno: si naces en un clima frio, desarrollas una piel tan gruesa que no entran ni las balas. Si tienes un depredador natural, desarrollas una velocidad punta suficiente para escapar del mordisco.
A mi la vida me lo puso más o menos fácil en lo que se refiere al carácter o al menos me dió la capacidad de analizar al situación a posteriori y de no hundirme en el momento. Siempre sonrio, y a veces soy extremadamente amable consciente de que las verdades duelen y no me importa reconocer que cuando reprocho algo lo hago siempre a medio gas, muy maquillado, por si molestase.

En eso creo que me parezco a mi padre: soy la persona de su vida que más le ha aguantado y creo que sólo ha sido posible por haber aprendido a pensar cómo él. Pero espero no llegar a ser como él en todos los aspectos; sé que lo único que ha amado en su vida es a sus hijos, y como me dijo una vez en un momento de confesión, el resto de personas sólo habian sido números (incluida mi madre claro, pero por entonces ya no era una novedad el saber que no la habia amado, querido sí, y mucho, pero no amado)

Yo sólo quiero aprender a reconocer mis errores, a que cuando me dicen algo que me duela pueda evitar llorar. Tengo una habilidad asombrosa ( también fruto de la evolución) para cambiar de tema y deslizarme hasta otro cuando saltan conversaciones incómodas ya traten de a mi o del resto de los presentes. Las cosas superficiales me dan igual ( por no decir que me la pelan), como poner los cubiertos bien ordenados en la mesa, mientras haya cubiertos, qué mas da... pero odio que la gente sea intransigente, que anteponga sus ideas por encima de las demás, que no sepa ceder, sobretodo en las cosas mas superficiales.

Odio eso y odio a Manolo Garcia, a Cómplices, a Presuntos Implicados, porque sus letras no tienen sentido y podrian dedicarse a cantar en orquestas de pueblos. A Leire Pajín, por hacer parecer que el socialismo es demagogia, odio el tecno chunda-chunda, porque eso no es música. Odio la gente que se rie de los demás sacando sus defectos, por razones ovbias y a Aznar, aunque en el fondo me hace reir cada vez que abre la boca por haberse convertido en un guiñol de si mismo.

Que deberia cambiar para que ante una crítica no trate de cambiar de tema a toda costa ¿mi manera de decir las cosas extradelicadamente y quizás asi aprenda a encajarlas? o al revés, aprender a escuchar la verdad, aunque duela, y aprender a su vez a decir las cosas a la cara, aunque duela.

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